Los cuadros de López Herrera son de una belleza inolvidable por el dibujo y el color, también por los sugerentes escenarios donde discurren las vivencias de sus personajes. Estos últimos son tal vez el aspecto más emblemático de sus obras, no solo por su particular fisonomía sino por sus actitudes y esa forma tan peculiar de dirigirse al espectador. El conjunto de lo que acabamos de describir aporta a la producción de López Herrera un carácter único e inconfundible, y sobre ello ha elaborado el pintor a lo largo de su extensa trayectoria una sutil evolución que abre nuevas perspectivas a su personal universo.
Para el artista, la armonía, la belleza y el rigor son virtudes complementarias de un cierto hermetismo que aporta innegable carácter evocador a su obra. Habitantes de espacios irreales, estructurados en planos de color donde los recuerdos flotan con libertad, sus figuras se presentan ante nosotros como portadoras de un misterio por resolver. En este juego de asociaciones y miradas, la propia reflexión sobre el arte y sus modos de expresión adquieren en la obra de López Herrera un lugar privilegiado. Es habitual contemplar en sus obras reproducciones de trabajos de otros artistas, en ocasiones como claro homenaje y en otras con una sutil ironía que se convierte en un nuevo punto de reflexión para el espectador.
La pintura de López Herrera despierta nuestra atención por todo aquello que atesora, y que ha sido resumido por Jaime Rodríguez Martínez en los siguientes términos: “como el silencio en la noche, el misterio recorre cada uno de los objetos-época del escenario, ingrávidos y quietos, cuyos cubos guardan el más profundo secreto surrealista de sus personajes. López Herrera nos revela una forma de humanidad desconocida bajo sus estéticos pinceles-humor”.
Las obras de López Herrera activan la capacidad perceptiva del espectador, debido a este juego entre enseñar y sugerir. Estamos por tanto ante relatos que no se aprenden directamente por todo aquello que hay que desvelar, pero profundamente cercanos por la belleza de su propuesta estética y por la fascinación que ejerce en nosotros la magia de lo sutilmente irreal. |